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El amanecer del último día de festival se inicia con el HOMENAJE AL MUSICO FALLECIDO con el tedeum en la iglesia parroquial de San Pelayo, que termina con una procesión de bandas y danzas hacia el cementerio, donde las agrupaciones musicales participan interpretando el pasodoble "El Tito Guerra", en memoria del reconocido músico pelayero Raúl “Tito” Guerra , maestro y organizador de bandas, es un desfile lleno de sentimiento y memoria, pues, como se ha dicho, San Pelayo es tierra bendita para la música y ello incluye a su cementerio central, recordando que desde lo alto de las nubes tutelares del pueblo, se divisan varios anillos dorados que se mueven en sentido contrario a las manecillas del reloj, marcando el tiempo mítico en que habitan los espíritus inmortales de María Varilla, Damiana Lagares, Pabla Hernández Correa, Pola Vertel y los músicos de San Pelayo. Con ellos está Diógenes Galván, festejando su aventura cuando hacia el año 1910, los fiesteros del barrio Ribano recogieron ciento diez y seis pesos para que trajera un instrumental nuevo para amenizar los fandangos de pascua florida.